El síndrome genitourinario de la menopausia (SGM) es una condición médica que afecta a un porcentaje significativo de mujeres durante la etapa posmenopáusica. Se caracteriza por una serie de síntomas que comprometen la salud vaginal, urinaria y sexual, debido a la disminución progresiva de estrógenos tras el cese de la menstruación. Entre las manifestaciones más comunes se encuentran la sequedad vaginal, ardor, irritación, dolor durante las relaciones sexuales y síntomas urinarios como urgencia, disuria o infecciones recurrentes.
La doctora María Fernanda Peraza Godoy, uróloga en Barcelona, explica que este síndrome ha sido históricamente subdiagnosticado y muchas mujeres no consultan por vergüenza o por considerar que es una consecuencia “normal” del envejecimiento. Sin embargo, insiste en que los síntomas del SGM pueden tratarse con eficacia y mejorar notablemente la calidad de vida. La profesional destaca la importancia de que las mujeres reciban información clara sobre los cambios hormonales y fisiológicos que se producen en esta etapa, así como sobre las opciones terapéuticas disponibles.
Los cambios hormonales afectan directamente a los tejidos de la vulva, vagina, uretra y vejiga. La pérdida de colágeno, el adelgazamiento del epitelio vaginal y la reducción del flujo sanguíneo contribuyen a la aparición de los síntomas. Estos efectos pueden comenzar poco después de la menopausia y tienden a progresar si no se tratan. A diferencia de otros síntomas relacionados con esta etapa, como los sofocos, el SGM no tiende a desaparecer con el tiempo.
El tratamiento varía según la intensidad de los síntomas y las características individuales de cada paciente. Para casos leves, se recomienda el uso de hidratantes y lubricantes vaginales, los cuales pueden proporcionar alivio temporal y mejorar la comodidad durante las relaciones sexuales. En casos moderados a severos, se suele indicar tratamiento hormonal local con estrógenos, lo que ha demostrado una alta eficacia en la regeneración del tejido vaginal y el alivio de los síntomas urinarios.
Además de los tratamientos convencionales, en los últimos años se han desarrollado terapias no hormonales y tecnologías como el láser vaginal, que estimulan la producción de colágeno y mejoran la elasticidad de los tejidos. Estas alternativas pueden ser útiles para mujeres que no pueden recibir estrógenos por razones médicas. No obstante, los especialistas recomiendan una evaluación médica integral antes de iniciar cualquier tipo de tratamiento, para asegurar su seguridad y eficacia.
Los médicos coinciden en que es necesario fomentar un enfoque más abierto y natural respecto a la salud íntima femenina, especialmente en etapas como la menopausia. A menudo, las mujeres no reciben información adecuada y tienden a normalizar síntomas que, aunque comunes, no deben considerarse inevitables. En este sentido, la Dra Peraza Godoy, indica: “El diálogo entre pacientes y especialistas es clave para detectar y tratar esta condición de manera oportuna”.
La conciencia sobre este trastorno ha ido en aumento gracias a campañas informativas y al trabajo de profesionales de diversas áreas médicas. Aun así, sigue existiendo un margen de mejora importante en cuanto a diagnóstico y tratamiento temprano. La atención multidisciplinaria, que incluya ginecólogos, urólogos, sexólogos y especialistas en salud mental, resulta esencial para brindar una atención integral a quienes lo padecen.
Hablar abiertamente sobre los cambios que trae la menopausia permite a más mujeres comprender su cuerpo y acceder a soluciones médicas eficaces. Normalizar la conversación sobre el síndrome genitourinario no solo mejora la calidad de vida, sino que también fortalece el autocuidado y la autonomía en esta etapa de transformación.