Cuando el frío empieza a desaparecer y el buen tiempo llega, no sólo cunde el pánico por estar en forma para poder lucirse con menos ropa (cosa que pasa con ellas y ellos), sino que nos damos cuenta de que poco hemos cuidado esas partes del cuerpo que durante el invierno dejamos ocultas: hablamos de los pies. Los pies sufren en verano por el calor, la abrasión, la humedad, las rozaduras, el polvo y el sol, pero durante las épocas de ‘hibernación’ al ser tapadas no nos hemos dado cuenta de que han sido maltratados también por el frío, la deshidratación, calcetines y zapatos opresivos y de materiales duros. Además si tenemos callos y durezas probablemente nos hemos olvidado de ellas.
Así en hora de mimar los pies para que se vean bonitos y, sobre todo, para que estén sanos. He aquí 5 consejos básicos imprescindibles.
1.Cambiemos la rutina: hay que pensar que los pies son como el rostro. Cada día durante la ducha, lávalos con jabón y masajéalos. No te olvides de limpiar bien entre los dedos. Tras la ducha exfolialos con una piedra pómez o un limpia asperezas y tras esto aplica una crema. En este punto lo mejor es que apliques una hidratante para piel antidurezas, pero sino la clásica manteca (como la nivea) sirve.
2.Cuidado nocturno.Por las noches, sobre todo si tus pies están cansados, aplica otra vez crema en los pies limpios y si puedes, ponte unos calcetines para suaves (sin goma) para dormir o hasta que la loción se absorba, ya que si no, lo único que pasará es que pringaremos las sabanas.
3.Si tenemos callos y durezas muy resistentes, es útil emplear una cuchilla para eliminar la piel muerta y limar callos. hay que hacerlo con cuidado. Si no sabes bien muy poco a poco o acude a un podologo.
4.Cuida tus uñas. Córtalas con un cortauñas o alicate, mejor en seco para que no estén demasiado blandas y cortes de más. Hazlo en recto y con atención a los extremos que pueden clavarse hacia dentro si crecen mucho. Puedes aplicar aceite de ricino para cuidarlas por las noches si se ven apagadas o débiles.
5. Usa calzado cómodo. Aunque los zapatos estrechos, de tacón, superplataforma o muy planos son muy bonitos, no hay que forzar el pie. Cada persona tiene un pie diferente y puede llevar mejor un calzado u otro, pero sufrir por ir guapa demasiado a menudo hará que nos salgan ampollas, callos, juanetes e incluso deformarán el pie, aumentarán las dolencias en caso de artritis. Tampoco hay que elegir zapatos baratos, sintéticos, con muchos plástico, suelas mal hechas o demasiado finas, ya que esto pueden potenciar las rozaduras, hongos o simplemente el mal olor. Busca un par de zapatos que sean al mismo tiempo razonablemente bonitos y cómodos y de precio medio, más que un montón baratos, uno sólo carísimo o preciosos pero insufribles, es decir, cálzate con sensatez.